sábado, 15 de noviembre de 2008

domingo 8 de junio de 2008

Homenaje póstumo al Q:. H:. Francisco Bolognesi Cervantes

B:. y R:.L:.S:. Francisco Bolognesi Nº 48

Día del juramento de fidelidad a la Bandera Nacional

RR:. y QQ:.. HH:.

Hoy Domingo 8 de Junio contando con una inmensa mayoría de las RR:. LL:. SS:. del Oriente Peruano los Masones del Perú ratificamos nuestra fidelidad a la Bandera Nacional en la "Plaza de la Bandera" del Distrito de Pueblo Libre, en conmemoración de la inmolación del Coronel Francisco Bolognesi Cervan­tes, hecho que sucedió el 7 de junio de 1880 e:.v:. en pleno fragor de la Batalla del Morro de Arica, los masones que participamos en tan significativo even­to estuvimos presididos por nuestro M:.R:.H:. MA­NUEL MANRIQUE UGARTE Gran Maestro de Ma­sones del Perú.

Desde muy temprano los HH:. se dieron ci­ta premunidos de sus atuendos, medallas y Estan­dartes, como todos los años los Masones y el públi­co asistente vivieron los momentos emocionantes del Izamiento de nuestro Pabellón Nacional.

Mas abajo comparto con vosotros un trazado alusi­vo a tan importante evento.

V:.A:.H:.

Hugo Beraún
Gran Bibliotecario

Se inicia tan significativa ceremonia cuando se ordena a los RR:. y QQ:. HH:. el traslado del Pabellón Nacional hasta el mástil prin­cipal de la Plaza, nuestro G:.M:. acompañado de las Autoridades Civiles y Militares proceden a Izar la Bandera
















Homenaje póstumo al Q:. H:. Francisco Bolognesi Cervantes

(H:. masón que perteneciera los registros de la R:. L:. S:. Virtud y Unión)

“Tengo deberes sagrados que cumplir… y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”

“Tengo deberes sagrados que cumplir…”, bella y histórica frase que manifestó en la defensa del Morro de Arica, el coro­nel y hermano masón Francisco Bolognesi Cervantes, y que debería estar grabada por siempre en la mente, el corazón, en el alma, en el accionar de todos los peruanos, al asumir sus com­promisos, en sus quehaceres cotidianos, por más insignificantes que éstos fueran, con la única finalidad de lograr el engrandeci­miento de nuestra amada patria, el Perú

Nuestro escritor tacneño y también querido hermano masón, Jorge Basadre Grohmann en su “Historia de la República del Perú” nos indica que Francisco Bolognesi, nació Lima, en la antigua calle de Afligidos, actual Jirón Caylloma Nº 125, el 4 de noviembre de 1816. Su padre fue italiano: Andrés Bolognesi Camparello, sobresaliente violonchelista, director de orquesta, oriundo de Génova, llegado al Perú en 1810 (fue luego maestro músico de la Capilla de la Catedral de Lima). Su madre, arequi­peña: Juana Cervantes Pacheco. Tuvo seis hermanos: Marga­rita, Manuela, Rosa, José, Manuela y Mariano (los dos últi­mos nacieron en Arequipa).

El 28 de julio de 1821, su padre es uno de los ciudadanos que firma el “Acta de la Independencia”, pero en el año 1822 es apresado por el Supremo Gobierno de aquel entonces, al parecer por sospechas de tipo político, dados por los lazos que tenía con los españoles; es más pierde su puesto de músico en la catedral. La madre y sus pequeños cuatro primeros hijos, Margarita, Fran­cisco, Rosa y José, por todo ello se trasladan hacia el apoyo are­quipeño familiar mientras se resuelve la situación del esposo.

Su primera hermana Manuela había fallecido al nacer en 1819. En Caima, muere el niño José, hermano menor de Francisco, según partida parroquial sentada el 3 de marzo de 1823. El padre se reincorporó a su familia a mediados de 1823 y domiciliaron en la ciudad de Arequipa, y allí nacen los últimos de sus herma­nos: La segunda Manuela y Mariano.

Sus primeros estudios fueron cursados en el colegio Seminario de Arequipa desde los 8 a los 16 años. Luego sigue los pasos de su padre dedicándose al comercio, entrando a trabajar a la casa Lebris y Violler.

En la ciudad blanca residió junto a su familia en la casa ubicada hoy en la esquina de las calles Puente Bolognesi y Villalba hasta el año 1847, pasando luego a vivir a la casa ubicada en la calle Sucre Nº 209.

Francisco trabajó en el comercio, explotó cascarilla, coca y café en las montañas de Puno. Entró al arma de artillería en enero de 1854 con el grado de teniente coronel y actuó en varios enfrenta­mientos y campañas militares. En 1860 viajó a Europa a comprar armamento.

El 29 de julio de 1859 presenta su solicitud de ingreso a la Ma­sonería en la Logia Simbólica “Virtud y Unión” conforme a los Archivos Masónicos. El 20 de noviembre de 1861 es nombrado Representante de la Francmasoneria Escocesa de Inglaterra ante el Gran Oriente Masónico del Perú.

Existen otros documentos adicionales que prueban su colabora­ción con la Orden Masónica Peruana y sus lazos con Potencias Masónicas Extranjeras de aquellos tiempos.

Tenía el grado de Comandante General de Artillería en 1871, cuando se retiró del Ejército, contaba entonces con 55 años.

En 1868 se desempeñó como gobernador civil del Callao.

Al estallar la guerra con Chile ofreció sus servicios y fue desta­cado, en condición subalterna al ejército que debía guarecer Ta­rapacá.

Casado con Josefa La Puente y Rivero, tuvo cuatro hijos: Mar­garita, Federico, Enrique y Augusto. Estos dos últimos murie­ron heroicamente en las batallas por la defensa de Lima.

Al ser declarada la guerra al Perú por parte de Chile, Francisco Bolognesi, ya con 62 años de edad, no dudó en aceptar el llama­do que le hacía su patria, siendo nombrado ayudante mayor de la Primera Sección en la Campaña de Tarapacá, permaneciendo acantonado en Iquique, donde fue ascendido a la Jefatura de la 3º Sección. Partió junto al resto de las tropas rumbo a Negreiros para reunirse con los soldados que se replegaban desde Pisagua, llegando a Dolores, participando en la batalla del mismo nom­bre, conformando el ala izquierda de ataque, para luego dirigirse a Tiliviche. Las tropas sin brújula, se perdieron en la oscuridad de la noche, encontrándose con el camino a Tarapacá.

El 27 de noviembre de 1879, Francisco Bolognesi se encontra­ba en estado febril cuando comenzó la batalla de Tarapacá, lo que no fue impedimento para que peleara con heroísmo al man­do de la 3º División, enviando al Batallón Arequipa sobre las tropas chilenas, arrancándoles el estandarte al regimiento chileno 2do de Línea.

Bolognesi fue parte importante del victorioso 27 de noviembre de 1879 para el ejercito peruano, vencedor de Tarapacá, el cual después de la victoria toma rumbo a Arica, donde llegaron el 18 de diciembre.

El coronel peruano quedó a cargo de la 3º división de ocho que conformaban Arica, organizados por el contralmirante Lizardo Montero, el cual el 3 de abril de 1880 traslada su estado mayor a la ciudad de Tacna y deja al coronel Francisco Bolognesi al mando de la jefatura militar de la plaza de Arica.

El 28 de mayo, sabiendo de la derrota de su ejército en Tacna, convocó a un Consejo de Guerra en el cual decidió él junto con 28 jefes, defender la plaza hasta quemar el último cartucho.

Al amanecer del 7 de junio de 1880, las tropas de asalto chile­nas comenzaban el avance con tropas muy superiores a las que defendían el morro. La resistencia fue heroica. Francisco Bolog­nesi rindió su vida por el Perú, cayendo herido y rematado por un culatazo en el cráneo hecho por un soldado chileno.

El 4 de julio de 1880, entraban al Callao los restos de este gran Héroe, siendo situados en el Cementerio General de Lima.

Para el Ejército peruano Francisco Bolognesi Cervantes es con Andrés Avelino Cáceres Dorregaray lo que es Miguel Grau Seminario para la Marina de Guerra, y que coincidencia estos tres distinguidos personajes pertenecieron a la Orden Masóni­ca.

Datos interesantes de mencionar sobre Francisco Bolognesi son: Es considerado héroe nacional, siendo declarado “Patrono del Ejército del Perú” por el Gobierno el 2 de enero de 1951 (Orden General del Ejército de 1951) y el de ser elevado al grado de Gran Mariscal del Perú por Ley Nº 25128 del 30 de no­viembre de 1989.

Cada año los cadetes juran ante su recuerdo de fidelidad a la bandera. Buques de guerra, provincias, caletas, colegios, puen­tes, calles, avenidas, teatros, Respetable Logia Simbólica Masónica, clubs deportivos llevan sus nombres. Casi no hay po­blación peruana sin monumentos o bustos suyos. Sus retratos adornan las oficinas públicas como también casas y tiendas humildes. Lo mejor que el Perú de la reconstrucción pudo alber­gar, en Grau y en Bolognesi y en Cáceres se inspiró.

El comportamiento de Bolognesi también fue reconocido por sus adversarios de entonces, ya que se enfrentó con escasos medios a una fuerza superior sin aceptar las ofertas de rendición. Su muer­te fue muy lamentada en el mando chileno.

En su homenaje una calle en la ciudad de Arica lleva actualmen­te el nombre de Calle Bolognesi y la Casa Bolognesi en Arica es una servidumbre del Perú, que este país ha designado Consula­do. Sin embargo, su mayor efigie se encuentra en la ciudad de Tacna, la ciudad peruana más cercana al lugar de su inmolación, una estatua gigante junto al Arco Parabólico en la plaza de armas donde cada domingo se realiza una ceremonia confirmando el juramento expresado por Bolognesi: "Tengo deberes sagrados que cumplir y los cumpliré hasta quemar el último cartucho".

En la ciudad de Lima en la Plaza Bolognesi se celebra el día de la bandera cada 7 de junio. En la ciudad de Arequipa en su homenaje se inauguró en 1952 el Colegio Militar Francisco Bo­lognesi. Su estatua se encuentra en el patio de Honor del Cole­gio, así como en la Plaza Bolognesi de Arequipa. También una calle principal de la ciudad lleva el nombre de Bolognesi. Así mismo, en 1929 es fundado el Coronel Bolognesi Fútbol Club en la ciudad de Tacna en honor a su nombre.

El Homenaje que le rinde la Masonería Peruana actualmente a nuestros distinguidos y dilectos que pasaron al Oriente Eterno, como consecuencia de esta triste como nefasta Guerra con Chile, se ve plasmada con el reconocimiento de la creación de respeta­bles Logias Simbólicas que llevan sus nombres:

R:. L:. S:. Alfonso Ugarte Nº 45 del Vall:. de Cañete.

R:. L:. S:. Francisco Bolognesi Nº 48 del Vall:. de Lima.

R:. L:. S:. Leoncio Prado Nº 51 del Vall:. de Huánuco.

R:. L:. S:. Unión Fraternal de Chira Miguel Grau Nº 53 del Vall:. de Sullana

R:. L:. S:. José Gálvez Moreno Nº 55 del Vall:. de Tarma.

R:. L:. S:. Gran Almirante Miguel Grau Nº 156 del Vall:. de Li­ma.

En el Vall:. de San Pedro de nuestro departamento de Tacna, es costumbre el respeto a la figura de nuestro hermano Francisco Bolognesi y al significado del 7 de junio de 1880, por las Respe­tables Logias Simbólicas que allí laboran.

La aureola fraternal y el ejemplo del Q:. H:. Francisco Bolognesi Cervantes, Patrono del Ejército Peruano, Mariscal del Perú y Héroe Nacional, nos servirá siempre de luz, en lo que significa cumplir con el compromiso adquirido, como hombres de honor.

Finalmente consideramos que este mensaje no busca revivir odios pasados, sobre todo hoy en día, que vivimos en un mundo globalizado, cuando la paz y la fraternidad llevan en forma con­junta a los pueblos peruano y chileno, por el camino del progreso y de la hermandad continental, tal como hemos podido apreciar en la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Euro­pea recientemente realizada en nuestra patria, desarrollada en Li­ma del 13 al 17 de mayo de 2008.


domingo, 9 de noviembre de 2008

que es la masoneria

¿QUE ES LA MASONERÍA?

La masonería es una escuela filosófica, ecléctica, impersonal y constructiva, como camino individual hacia la verdad, como doctrina y factor de armonía y de progreso para cada hombre y mujer, particularmente para la sociedad y el medio en que se encuentra y desarrolla y para toda la humanidad.

La masonería tiene tres únicos principios: LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD. La forma concreta de entender y aplicar esos principios no está marcada, y cada masón debe buscarla y realizarla personalmente. Esta exigencia no es puesta en práctica mediante un examen o confesión de un masón a otros, sino que se lleva adelante en la conciencia de cada uno.

La masonería es una sociedad iniciática en la que se encuentran las diferentes escuelas de pensamiento y concepciones de la vida. En primer lugar, el carácter iniciático significa que el ingreso en masonería, el paso a los diferentes grados y el trabajo masónico en general, obedece a unos rituales o ceremonias precisas que tienen un significado simbólico. El efecto, la vivencia de cada masón, será diferente ante la misma ceremonia, y eso es precisamente lo que se pretende: que cada cual reflexione y estudie según su estilo, aportando su versión para el conocimiento de los demás. El carácter iniciático de las enseñanzas es tan antiguo como la humanidad, y la masonería mantiene esas viejas tradiciones.

La declaración de principios de la masonería señala, que la nuestra, "es una institución universal, fundamentalmente filosófica, destinada a trabajar por el advenimiento de la justicia, de la solidaridad y de la paz en la humanidad".

El trabajo masónico tiene dos vertientes, una filosófico-simbólica y otra social, ambas necesarias. Puede ser que un masón concreto prefiera inclinarse más por un aspecto que por otro, pero cada cual es libre de aportar los trabajos que prefiera.

La masonería está formada por hombres libres, que trabajan por su perfeccionamiento espiritual, no es una secta ni es un partido político y estima que las concepciones metafísicas son del dominio exclusivo de la consciencia.

Al profano o profana, se le exige, para entrar en la masonería ser "libre y de buenas costumbres". Esta vieja fórmula debe ser entendida como derecho y deber al desarrollar las propias condiciones e ideas -sea cuales sean- y ser coherente con uno mismo desarrollando esas condiciones e ideas de forma tal que mejoren aquella parte del universo que le rodea, empezando por él mismo. No se trata de guardar una moral determinada, sino de cada uno. El masón puede, por supuesto, aceptar unos principios morales establecidos, pero como ser libre, honrado y responsable, debe tener fundamentados en su conciencia dichos principios, y nunca aceptarlos por rutina o por presión social.

La masonería acepta los postulados de Libertad, Igualdad Y Fraternidad, combate los privilegios y la intolerancia, mediante el estudio de la ciencia, la investigación de la verdad, la práctica de la virtud y el ejercicio de la filantropía, trabaja por la paz y la justicia, por el progreso moral, intelectual y material del hombre y a través suyo, por el de la sociedad.

La masonería es, a la luz de sus principios universales, un instituto de perfeccionamiento ético al servicio del hombre y una institución destinada a extender los valores de solidaridad y tolerancia, en una sociedad que se debate entre la incertidumbre y la inestabilidad, atrapada entre la pobreza y la corrupción, entre el fundamentalismo étnico y religioso y las fuerzas de regímenes brutales y totalitarios.

En este principio de siglo, los problemas estremecen la consciencia de los hombres y mujeres libres, las economías están en crisis y los problemas sociales y ecológicos amenazan con extender sus perfiles destructores, mientras los hombres y mujeres buscan desesperadamente la felicidad y el bienestar que no llega.

El número de hombres y mujeres que viven en sociedades libres ha disminuido, aumenta la tendencia a violar los derechos humanos y el desempleo y la pobreza, la corrupción y el terrorismo, crecen, comprometiendo la estabilidad política de buena parte de la sociedad de hoy.

Cuando la sociedad ve esta confusión, cuando los grupos religiosos se enfrentan despiadadamente y cuando las angustias del hombre y la mujer crecen sin ser atendidas, la masonería es o debe de ser, una esperanza, un sitio de reflexión y un lugar de encuentro para los hombres y mujeres de buena voluntad, que buscan afanosamente la libertad y la justicia.

Podemos pasar revista a la interminable lista de personajes que han dejado profunda huella en los escenarios sociales, humanistas, filosóficos, científicos, técnicos: desde reyes hasta soldados, desde maestros hasta filósofos, desde rudos obreros hasta encumbrados estadistas, desde humildes picapedreros pre-medievales hasta protagonistas de la era espacial, han recibido grandes influencias y han dejado a su vez excepcionales contribuciones, que en ocasiones han permanecido vigentes por generaciones y que a veces han desbordado el ámbito de nuestra institución para esparcirse sobre toda la humanidad.

Como vemos, en masonería no caben dogmas, estando abierta a todas las actitudes respetuosas con las formas de pensar ajenas.

En masonería existe una vieja fórmula que propugna no tratar de política o religión, salvo para esclarecer a los demás. Esto significa que la masonería es apartidista y que en ella no se pueden dar "consignas", no se puede tratar de "imponer" ideas, sino "exponer" las mismas. Sería un error considerar que la masonería es una organización en la que unas conclusiones mayoritarias obligan a actuar social y políticamente a todos, y mucho menos, en la directriz de una autoridad imponga un camino a seguir. Esta forma de actuar sería antimasónica.

Sin embargo, nuestra historia y nuestro mundo están impregnados de realizaciones de inspiración masónica. De ahí deducen los críticos de nuestra organización su peso político y su papel como fuente de directrices concretas. Lo que ha ocurrido, lo que ocurre, es que los hombres y mujeres que trabajan con los ideales de Libertad, Igualdad Y Fraternidad, llevan, cada uno de una forma libre e individual, esas actitudes y principios a su mundo familiar, social, político, laboral, etcétera. Lo hacen en la forma en que voluntariamente deseen, y con los aspectos concretos que en conciencia decidan. Si, por ejemplo, la fraternidad universal es un principio masónico, no será extraño que la mayoría de los masones se hayan encontrado en primera fila de la constitución de organismos internacionales, de la unidad europea, etcétera. El masón es un ser humano comprometido, las más de las veces, en un proyecto político, social, intelectual, filosófico, etcétera, porque debe ser un ser consciente y responsable al que no le dejan indiferente los demás.

La masonería no es una religión, pero trabajamos en un templo físico, donde llevamos a cabo nuestros rituales, para fabricar un templo simbólico, que es el templo de nuestra personalidad.

Un templo es algo consagrado principalmente por la reverencia, el respeto y la disposición que personalmente ponemos al asistir a él.

El masón, por el solo hecho de serlo, está obligado a velar por la integridad de su patria, a obedecer las leyes del país donde viva, a consagrar la inviolabilidad de la vida y a combatir la tiranía y el fanatismo en todas sus formas.

La masonería es una institución iniciática, lo que implica que ineludiblemente, quien ingresa a ella debe pasar por una iniciación, proceso este que tiene por finalidad, llevar al subconsciente lo que a la razón le es difícil interpretar y que consiste en una serie de pruebas y rituales simbólicos.

En la institución se trata de que cada estudiante alcance a plenitud, el conceptualizar la libertad máxima, el libre albedrío, con todo lo que ello implica, el tener libertad implica necesariamente, tener responsabilidad por sus acciones, por el cumplimiento de sus compromisos y por alcanzar sus propias metas, libertad y responsabilidad por los actos que aquella inspire.

En lo exotérico, el objetivo básico, es tener la capacidad de adaptar la propia potencialidad, a lo que la sociedad requiere para conducirla a unas mejores condiciones, en pos de las marcas señeras de "LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD".

En lo esotérico, la idea es reintegrar la condición del ser humano a su estado primordial, en el que formaba parte intrínseca del principio eterno del universo.

Todo lo que se puede obtener de esta institución está en proporción directa con el esfuerzo invertido en el estudio, con la perseverancia manifestada tras los objetivos y con la asunción del compromiso contraído.

La masonería es una actividad emprendida por hombres y mujeres íntimamente unidos que, empleando formas simbólicas sacadas principalmente del oficio de albañil y de la arquitectura, trabajan por el bienestar de la humanidad, esforzándose por mejorarse a sí mismos y mejorar a los demás con objeto de construir una liga universal de la humanidad, de la cual creen ser actualmente una pequeña representación.

Tal es la masonería, que une todos estos elevados intereses y aporta a su servicio una gran fraternidad de hombres y mujeres libres y abnegados, constituida sobre los cimientos de la fe espiritual y del idealismo moral, cuya misión es hacer amigos a los hombres y mujeres, refinar y exaltar sus vidas, intensificar su fe y purificar sus sueños, para que rindan homenaje a la verdad, a la belleza, a la justicia y al carácter.

Su esencia, es la filantropía o sea, la cualidad humana y humanística que se distingue por el amor a los semejantes y por las obras en bien de la comunidad.

Su objeto, la investigación de la verdad, tanto la verdad científica y positiva como la verdad trascendental.

Igualmente tiene como objeto, el estudio y práctica de la moral en su acepción más amplia y muy especialmente, la moral laica.

De la misma manera la solidaridad entre los congéneres, el mejoramiento espiritual y material de la humanidad y el perfeccionamiento individual y social del hombre.

La masonería tiene como principios, la tolerancia mutua, el respeto de los demás y de sí mismo y la libertad absoluta de conciencia.

El sistema de diferentes grados dentro de la masonería, que llegan al 33º en el Rito Escocés Antiguo Y Aceptado, también utilizado por "El Derecho Humano" no desmiente la igualdad de los masones. En el sentido iniciático ya descrito, se considera que el acceso a nuevas capacidades de reflexión y actitud masónica debe ser marcado por el paso a un nuevo grado, marcado por un ritual especifico. El grado superior tiene nuevos derechos, pero también y sobre todo nuevos deberes, dentro del trabajo masónico. De esta forma, se avanza gradualmente en el conocimiento simbólico y filosófico. Pero no hay que olvidar que la iniciación es obra de la vida entera, y que todo francmasón continua siendo, simbólicamente, un aprendiz, abierto a todo y a todos.

El funcionamiento interno de la masonería es democrático, como lo fue durante siglos, aún antes de que la democracia llegara a la vida política. El sufragio libre y secreto se aplica en las elecciones anuales para todos los cargos, en la admisión de nuevos masones, en los congresos generales de cada obediencia, en la toma de decisión sobre cuestiones administrativas, etcétera. Cada masón conoce sus derechos y deberes por la constitución, estatutos y reglamentos de su obediencia, federación o jurisdicción, o logia.

Lo que la masonería ofrece al individuo está condicionado, en forma directamente proporcional a lo que invierta en esfuerzo de estudio y aprendizaje.

La masonería es una sociedad fraternal que está basada en doctrinas morales y espirituales.

Las doctrinas morales son el amor fraternal, la ayuda mutua, la verdad sobre todo, la práctica de las virtudes: temperancia, fortaleza, prudencia y justicia, su doctrina espiritual se fundamenta en la convicción de sus miembros en la existencia de un ser supremo y en la inmortalidad del alma.

La masonería es también una organización formativa, educativa, benevolente, social, tolerante y filantrópica.

Es formativa, porque persigue los propósitos de formar el carácter moral de sus miembros y enfatiza la búsqueda de la armonía con el universo interior y el orden en la vida personal, el desarrollo de la consciencia y el estado que ésta genera.

Emplea el convincente método de la deducción y no de la inducción, basándose en simbolismos y alegorías y en la práctica de rituales y ceremonias para comunicar milenarios conceptos de orden y verdad a sus miembros y les invita a practicarlos cotidianamente para elevar su condición humana.

Es educativa porque enseña, medianamente ceremonias y rituales, sus preceptos de moralidad y fraternidad basados en las enseñanzas del libro de la ley.

Enfatiza la obligación de sus miembros de interesarse por el mundo que los rodea, por descubrir su relación con el universo interior, por desarrollar sus habilidades intelectuales, por ser justos, por seguir los preceptos de su consciencia, por ejercitar al auto control de sus actos, por ser perseverantes, honestos y sinceros.

Las logias masónicas, sus templos, sus sesiones de trabajo y el estudio en sus bibliotecas son elementos sustanciales de esta tarea educativa.

Es benevolente, porque no tiene fines de lucro, establece para sus miembros la obligación de interesarse, sin egoísmos, en la solución de los problemas de los demás, especialmente de sus miembros necesitados.

Es tolerante, porque aun cuando exige la creencia en un ser supremo, origen de la existencia de todo lo creado, al cual se dedican todos sus actos y ceremonias, la masonería no apoya ni predica ningún credo o teología, invita a sus miembros a que practiquen sus creencias sin dogma ni prejuicio.

Cada logia tiene un altar en su templo y durante sus trabajos, sobre este descansa el libro de la ley, que en nuestro país es generalmente la Sagrada Biblia, aunque también encontramos en ese altar: La Tora y El Coran, entre otros libros sagrados.

La masonería es filantrópica, aun cuando no hace pública esta actividad.

Esto no se realiza como sociedad de beneficencia, sino como una actividad de conciencia en toda la extensión de su significado.

Qué gran sensación el ser parte de una filosofía y un modo de vida en el que cada hombre y mujer, al ingresar como masón o masona a la orden, llegan a comprender que nunca debe estar conforme con lo que es, en el que por convicción interior dedica su tiempo a perseverar, buscando el desarrollo de su consciencia y evalúa a su condición como ser humano, asumiendo sus responsabilidades ante el ser supremo, ante sus semejantes y ante sí mismo.

La satisfacción de tan elevados ideales solo se encuentra en la masonería, ahí se encuentra la síntesis de la vida, nada escapa a ella.

Es la única institución que ha podido vivir a través de los siglos, de las pasiones y de las tragedias humanas, desde que el hombre comenzó su existencia inteligente en el mundo.

El papel de la masonería en el mundo sigue siendo el mismo, sus objetivos no han cambiado, pero sí pueden y deben cambiar los medios que utiliza para alcanzarlos.

La masonería sigue siendo actual, puede y debe cumplir una función insustituible en la sociedad contemporánea, promoviendo la tolerancia, la educación, la libertad de conciencia y todos los derechos humanos proclamados por nuestros antepasados masones.

Tenemos la esperanza de un futuro promisorio, si sólo sabremos afrontarlo con decisión, con esfuerzo, con el espíritu en alto, con responsabilidad, conscientes que somos los hijos de la luz y que las fuerzas oscuras de la ignorancia, la ambición y la envidia jamás, jamás podrán extinguir la llama eterna de la verdad.

Por todos los conceptos aquí vertidos, porque nos identificamos con ellos, estamos orgullosos de ser masones.

Entonces y resumiendo, ¿Por qué somos masones? ¿Que buscamos en la masonería? En una palabra queremos ser felices, queremos una felicidad que sea la retribución de haber cumplido con nuestro deber en lo esotérico y en lo exotérico, queremos que nuestros hijos tengan la posibilidad de ser felices y que puedan conseguir personas adecuadas con quien compartir la felicidad.

Confiamos haber aclarado dudas, confusiones o puntos oscuros. No pretendemos con ello otra cosa que ser más conocidos en nuestros objetivos y formas de trabajar. Para terminar, te recordamos algo que con frecuencia se dice en masonería: hay muchos masones sin mandil; es decir, personas que nunca han ingresado en una logia, pero cuyos principios y actuaciones extienden día a día ese mundo más fraternal, más justo, más tolerante y más libre que también nosotros perseguimos.

En resumen, el templo que pretendemos construir está siempre inacabado, y cada generación de masones aporta una piedra más a la obra común, adecuada a su época y su marco geográfico.